cuando al salir, del cofre de tus recuerdos, del santuario, de la historia…del libro que guardaba entre sus hojas cerradas sólo rosas secas de tanto olvido, recobré la vida perdida y las ansias dormidas por el silencio…
Regresé así al espacio donde la complicidad hace alarde y recorrí tus letras mientras mis lágrimas florecían frente a ellas… frente a ellas que hablan de violines callados, de inquietud infantil, de testimonios rotos y angustia…
Fue entonces, cuando al tratar de desdecir palabras salpicadas aquella mañana mientras volvían las ilusiones perdidas... cuando tus labios de profeta del tiempo, de poesía encarnada invitaban a consolidar los siglos que bajo tierra se hallaban, sin importar las guerras, sin importar cuantos vigilantes o victimarios acechan… recordé que más allá de la existencia somos estrella y cielo, mar y arena… fundidos eternamente en el hálito del tiempo.
Casilda