sábado, 24 de enero de 2009

La voz de tu silencio

Danza conmigo…
como en la montaña
lo hacen la niebla y el río.

Danza conmigo…
Como estrellas fugaces de símil destino.
Si es la vida acomodo
quiero ser senda
y si has de escribir, tu pluma.
El pincel que a tu diestra se aferra
para decir azules, el canto de tu risa,
la voz de tu silencio
Pero si has de morir, hazlo a mi lado,
como la luna en el horizonte,
el sol en poniente
o un botón, asido al tallo…

Casilda

Mi oponente

Luchar por él,
siendo el oponente
Desangrarme en versos

por la herida
Proferir mi amor

en lágrimas
como abalorios

de incontables colores,
interminables oraciones

por las perdidas almas.
Gritar con mudez pasmosa
los pétalos de todas las rosas
y todos los besos de la espera…
Es verdad¡¡¡
más qué es la verdad
sino un rosario de mentiras?
Hay relámpagos en este cielo…
es la tempestad

que allana voluntades,
sobre el camino de riscos

que agota.
Sigo, sin embargo,

en su desierto
muriendo de sed

mientras intento
llegar al espejismo...


Casilda

El cascanueces...

Te encontré,
Cuándo al subir la cortina descubrí,
que no me había descubierto¡
Pude ver la luna, a través de la rendija
sólo en tus ojos, espejos.
Cesó la bruma
cuándo los míos
a tu mundo abrieron¡
Terminó el silencio
con la armonía de los versos,
cuando iniciamos el siglo
de mariposas en vuelo.
Cómo un juego de niños,
con la intensidad de un eco…
Así se escribió la obra
cual guión de aventuras,
de dragones, duendes … misterios.
Cómo monólogo para el héroe
que nadie aplaude.
Cómo pequeñas frases
en una franja de papel.
Cómo tesoros escondidos
de fieros piratas.
Pero, baja el telón
y antes de subir de nuevo
para sorprender con el circo
que ni a sus payasos duele,
deja escuchar del cascanueces
el estruendo que con disimulo
rompe en mil…


Casilda

miércoles, 21 de enero de 2009

No quiero morir

Cómo lograr que tus sordos oídos
escuchen sus latidos…
si aún los gritos de mi corazón
no te alcanzan.
Perdí mi voz de tanto llamarte
mi fuente se ha secado
en tu espera.
En mi jardín, antes florido,
sólo hiedra ahora crece.
No tiene ya el vergel
ni el rocío de la esperanza siquiera
He muerto cada día de tu ausencia…
he muerto entonces tantas veces
que morir de nuevo, no es condena.
Morir es repetirme en la tristeza,
Morir es reflejarme en el espejo,
morir es vivir el silencio de tus besos…
cómo no morir si tú te alejas
ven... no quiero morir de nuevo¡


Casilda

miércoles, 14 de enero de 2009

Sobre hojas secas...


El acto sagrado de la creación permite imaginarme allí… en la alfombra de aquel salón. Mis carnes expuestas al cobijo eventual de tu mirada que de soslayo se desliza sobre ellas al ritmo armonioso de las espigas sometidas por el viento…
Tal como lo describiste alguna vez… dormida a tus pies, musa que espera convertirse en trazos, letras iniciales, claves o tal vez señales que al ser descifradas llegan a ser odas, sinfonías, piezas del arte mayor o dulces cartas de amor… Nos acompañan acordes celestiales y una copa tinta como la noche misma, cuando la entrega al silencio se transforma en chasquido de hojas secas que escriben la partitura del encuentro de nuestras formas entre el perfume de la tierra y las flores silvestres… de ninguna otra paleta podrían escapar los colores para pintar el eclipse que delinea nuestro encuentro. aún frente al ordenador, las imágenes cometen travesuras en un mundo sin fin, sin parangón que me acerca a la distancia y me separa de la cordura. Lo real y lo irreal, lo posible e imposible, lo hermoso y lo cruento se hacen semejantes e integran para decir la historia que hoy cuento… no quiero abrir mis ojos, mantenlos cerrados con tus besos¡

Casilda

martes, 13 de enero de 2009

Cuento...



Y la malvada madrastra preguntaba sin cesar al espejo… "espejito, espejito, dime quien es la más hermosa?..."
Y el espejo, sin temor alguno, repetía incansablemente el nombre de ella que se hizo dueña del rencor de quien inquiría ¡
Mientras tanto, la aludida… imaginada cual reflejo de gracia, era sólo eso. Una estampa de existencia, ente, polvo cósmico… intangible y al tiempo visible en cualquier rostro, palpable y dueña de alguna figura, humana o no, de cualquiera que sirva a la imaginación para volar…
Así fue su existencia por los siglos… todo y nada, alguna y cualquiera… brisa, sol, estrella, mar, ave, dulce fruta o infinito silencio… ese que abona el vacío, ese que lacera con el tiempo mientras el espejo sólo repetía un nombre… el suyo

Casilda

martes, 6 de enero de 2009

El silencio de las tortugas

Primavera de la vida…
Esa que te permite desear ser…

a pesar de ti¡¡¡
Primavera de la vida…
Esa que te permite comprender

que no basta un caparazón
para escuchar el silencio de las tortugas…
Esa primavera que te deja ver la noche
aún enceguecida de sol…
Esa que te permite esperar
hasta aquello que no ha de llegar, y reir…
esa que marca nuevos rumbos,
que te permite escribir poesía sin metáforas, ni rima
y librar batallas sin lanzas.
Primavera que es invierno,
que aupa volcánicas sensaciones,
que arropa de tanto brillo,
capaz de regalar la melancolía de la dicha.
Esa otra primavera… de derroteros certeros
y temores humillados,
de libertades floridas y afonías de comunión…
primavera sin muros, ni barrotes
de elocuencia y erudición.
Primavera sin burladeros,

ni dagas que acaben sueños…
Primavera… nueva primavera

Casilda